ENSAYO ANATÓMICO: EL GUSANO QUE HAY EN USTED


Hay una lombriz en todos nosotros; es un gusano vil y apestoso que se restriega contra la mugre; un ser repugnante, blando, famélico y viscoso que se retuerce enterrado bajo los desechos de sus semejantes. Es una criatura de lo más asquerosa e indignante, se lo aseguro. Es esa cosa que tiene usted delante ahora mismo, esa cosa que ve siempre que se mira en el espejo. Puede que ahora no lo comprenda, pero lo hará, se lo aseguro. Algún día verá al vomitivo ser que vive dentro de usted, o a la metástasis de este en la sociedad. 

Se puede reconocer fácilmente. Es muy sencillo, ni siquiera tendrá que pensarlo (si es que sabe lo que es pensar). La lombriz aparece cada vez que hablamos; sí, como lo oye: cada vez que uno de nosotros abre la boca para decir algo, ahí está el gusano acechando. Puede que aceche para salir, o puede que lo haga para entrar… 

No lo entiende, ¿verdad? Lo sé, lo veo en sus ojos. Es usted un completo inútil. Pero no se preocupe, que le pasa a todo el mundo. Nadie es especial; como le digo, todos tenemos una lombriz dentro. ¿Recuerda cada vez que quiere hablar pero no sabe qué demonios decir? Pues debe saber que es cosa de la lombriz. ¿Recuerda cuando dice algo fuera de contexto o algo que nadie quiere oír? ¡Pues claro! Ya sabía yo que no estaba hablando con un imbécil… No me habrá engañado usted, ¿verdad? Si lo hace, al final será peor para usted. Al menos no se engañe a sí mismo. 

¿Qué me dice de sus allegados? ¿Los quiere? ¿Los aprecia? Ya sabía yo que no. Reconózcalo, que no pasa nada, es algo normal. Todos le odian, todos le desprecian. Lo sabe, ¿verdad? Claro. El gusano será una abominación, pero no miente. ¿Cómo va a mentir una maldita lombriz? Pero usted sí miente, y además lo hace continuamente. Todos lo hacemos. Sabe que es una desgracia para su familia, ¿pero acaso le importa? A mí no, desde luego. 

Es usted una mutación, una calamidad, un desecho social como todos. Pero le da igual, porque vive bien. Es un acomodado y no le falta el pan. ¡Ha olvidado usted que venimos del mono! Sí, es usted un simple mono, un ser peludo y sucio. Sin embargo, le informo de que está de suerte: los monos no tienen ninguna lombriz dentro, así que están en desventaja. ¿No lo cree así? 

Debería recordar todas las ocasiones que ha deseado matar a alguien, o que alguien muera de forma cruel y sanguinaria; puede que lo haya hecho, puede que lo haya llevado a la práctica, o a lo mejor solo lo ha soñado. Pero no lo niegue. ¿Lo ve? Está mintiendo. Usted siempre ha querido matar a su vecino, a algún familiar, a su jefe, a alguien que odia o a sí mismo. Pero bueno, tampoco es para tanto. ¡Cosas peores ha hecho! 

Física y moralmente el gusano es retorcido, pero usted lo es más. Es un paranoico, un narcisista, un prepotente, un egocéntrico; es usted incapaz de pensar más allá de sus propios intereses. Eso es, desahóguese, gástese todo su dinero y luego vaya por ahí quejándose de que no llega a fin de mes. Puede pedir dinero prestado al banco, pero mejor no lo haga. Pídale dinero a sus amigos; ellos le odian, pero seguro que se lo prestan sin intereses. 

¿Acaso está usted enfermo? ¿No? ¿Entonces por qué me mira con esa cara? ¡Ah, tuvo que hacerlo! ¡No desvíe la mirada! ¡No se mueva! ¡Deje eso y escúcheme! ¡Preste atención! No puede usted distraerse tan rápido… Sabía que me estaba engañando, ¡es usted un imbécil! Pero seguiré hablando; no se preocupe, no tengo nada mejor que hacer. Seguro que ya lo sabía, ¿no? Me estaba poniendo a prueba. Parece mentira que lleve una lombriz espantosa en su cuerpo. Esa es la diferencia entre nosotros dos: usted tiene una lombriz, pero yo soy la lombriz. ¿A caso no me ha visto? 

Está usted trastornado. Va a trabajar todos los días, come, defeca, duerme, dice cosas aparentemente inteligentes (que realmente no le importan a nadie), va por ahí como un autómata y luego se atreve a afirmar con rotundidad que es feliz. Sin embargo, fíjese que en el trabajo hace menos de lo que debería, come y defeca cuanto quiere aunque no lo necesite, duerme siempre más o menos de lo necesario (pero nunca lo justo), ni siquiera piensa en si lo que dice tiene sentido o no y no sabe hacer las cosas realmente sin pensarlas mínimamente. ¿En qué quedamos? Debería usted esforzarse más. 

Si desprecia tanto a alguien, ¿por qué no lo dice? Claro, es por el gusano. ¿Tanto le cuesta? ¿Ni siquiera puede odiar a alguien con sinceridad? ¡Dígaselo, destrúyale, siéntase mejor! Sabe que lo está deseando. Levántese y hágalo. ¡Hágale picadillo! ¡Destrúyalo todo! ¡Que reine el caos! ¡Abandone su hogar, abandone a su familia, el trabajo, el dinero, la vida, todo! ¡Sí! ¡Ah, ya sabía yo que podía contar con usted! Ya veo que se le bajan los humos; es incapaz de tomar una decisión en la vida. Es usted un completo inútil. 

¿Es útil el gusano? Es una larva, por supuesto que es útil. Su finalidad es crecer y crecer, comer y devorar hasta convertirse en un gigantesco digestor de detritus. ¿Ha oído alguna vez algo acerca del Instinto de Poder? ¿Sí? Pues la lombriz es su hermana salvaje y pasional. ¿Cómo? No, no me refiero a eso. No me malinterprete, por favor. Estoy hablando de disección, vómito y lenguaje; tres cuestiones fundamentales en nuestra sociedad. 

Supongo que no ha entendido una palabra de lo que acabo de decir. No culpe a su intelecto, únicamente al gusano. Se lo voy a explicar con todo lujo de detalles, no se preocupe. 

Mire, todo comienza con la disección. Puede hacerse en un vivo o en un muerto, pero lo recomendable es hacerlo con un vivo. Cuando esté preparado coja el bisturí y cláveselo a alguien sin avisar, a quien usted prefiera. ¿Ya está? Muy bien, veo que sabe lo que hace. ¡Cuidado con la sangre! Mejor bébasela, no sea que se manche todo. Bueno, sigamos. Ahora tiene que abrir en canal a la víctima. Muy bien, fenomenal. Estaba blando. ¿Ya? Pues nada, ahora lo abre como si fuera el cordero que esta noche se iba a cenar después de ir a misa. Muy bien. Ahora viene la mejor parte: tiene que mirar dentro. ¿Preparado? Adelante, dígame qué ve. ¿Cómo dice? ¿Cómo que no ve nada? Apártese y déjeme… Tiene usted razón, no hay nada. Supongo que alguien se le habrá adelantado, el mundo está lleno de buitres y hienas hoy en día, y las metas en la vida escasean. 

Ahora viene lo segundo. Coja lo que quede y cómaselo. No haga ascos a la comida, que el gusano se enfada. ¿No querrá que se vuelva contra usted? Eso pensaba. Pues adelante, cómeselo todo, los huesos también si le apetece. ¡Vaya, tenía usted hambre! ¡Cuidado, no se atragante! Dígame, ¿a qué le sabe? ¿Insípido? ¿Soso? ¿Aburrido? Vaya, pues lo siento. No tenía ni idea de que le gustaban más cebados y melancólicos. Avíseme antes la próxima vez y le traigo alguno del manicomio. 

Ahora tiene que regurgitarlo todo, a ser posible sobre alguien. ¿Preparado? ¡Eso es! Proyéctelo hacia allí, hacia esa persona. ¡Vaya, parecía feliz! Ahora parece un auténtico fracasado, igual que usted. Perfecto. No desperdicie ni una gota. Cuando lo crea conveniente puede dejarlo en paz. Recuerde que si la lombriz se queda hambrienta, tendrá que empezar desde el principio. ¡Qué bien lo hace! ¡Parece que nació para esto! Descanse unos instantes y le explico en qué consiste la última cuestión. 

¿Ya? Bueno, como le veo en forma voy a continuar. Mire, todos tenemos una lombriz en el interior, ya se lo he dicho. La lombriz siempre está hambrienta, así que tenemos que alimentarla. Como ya le comenté, si se enfurece o se queda con hambre puede volverse contra su huésped. Su cuerpo retorcido se extiende desde su boca hasta el final de su cuerpo, como si fuera su tubo digestivo. Lo que ocurre es que si usted no come, si usted no habla y regurgita lo que tiene dentro, la lombriz comenzará a alimentarse de su huésped. ¿Cómo dice? ¿Le duele la cabeza? No se preocupe, es normal. En fin, como decía, la lombriz comenzará a alimentarse de los pensamientos de su portador. Y no queremos que eso ocurra, ¿verdad? La lombriz absorberá todos los pensamientos, dejará su cerebro seco y entonces el huésped morirá. Pero claro, antes de que eso ocurra, la lombriz absorberá también el cuerpo del sujeto, a sí misma y finalmente implosionará. 

Sí, eso mismo que le está sucediendo a usted ahora mismo. ¡Tampoco tiene por qué gritar así, que no es para tanto! Yo le he avisado, pero usted se ha empeñado en hacerme caso, y al mismo tiempo en no creerme y en no seguir mis consejos. Ahora no se queje y muérase de una vez, si es lo que quiere. ¡Vaya, por fin ha muerto! ¡Ya era hora! Yo le avisé: hay una lombriz en todos nosotros, y nunca se sabe cuándo va a querer salir.

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